El Mundo está en una encrucijada

Benedicto XVI es el verdadero Papa de la Iglesia Católica, que renunció al Vaticano, Centro del Poder Mundial, pero no a la Iglesia y, por lo tanto, sigue gobernándola espiritualmente.

Su renuncia como Obispo de Roma fue un acto de verdadera humildad, que ha enseñado al mundo lo que es la Iglesia, su belleza, su orden, su esencia, que es Cristo Jesús.

El gobierno de la Iglesia se hace siempre en el Espíritu, apoyado en ciertas leyes (código de derecho canónico) para así manifestar mejor ese gobierno.

Gobernar espiritualmente la Iglesia es una tarea difícil cuando no se ocupa el Trono de Pedro, que ha sido usurpado por el Vicario del Anticristo, el cual no tiene un nombre en la Iglesia, es el Innominado, es decir, el que no es, el que no tiene esencia, el que no ha sido llamado por Dios para ejercer el oficio de Papa en Ella. Su nombre ha sido elegido por él mismo, no por Dios. Y ese falso nombre atrae para la Iglesia todas las tempestades espirituales.

El Vaticano está plagado de servidores de Satanás, es decir, de Sacerdotes, Obispos y Cardenales que han traicionado a Jesús y a Su Iglesia, y que han elegido un falso papa, alguien que no tenía motivo para ser llamado papa. Este Innominado no tiene ningún poder en la Iglesia y, por lo tanto, todo lo que hace, todo lo que escribe, todo lo que habla, todo lo que ordena no tiene validez. No se da obediencia a un falso papa. No se respeta su mente, ni sus ideas, sino que se las combate, para así dar testimonio de la Verdad en medio de la Iglesia.

Los hombres en la Iglesia, al carecer de vida espiritual, han quedado engañados por este Innominado. Y los hombres en el mundo, al vivir en lo material y carnal, le siguen sin más.

Benedicto XVI, el último Vicario de Cristo en la Tierra, está en la última fase de su vida. Los tiempos están maduros: las dictaduras están en todos los países y las personas se han vuelto ciegamente obedientes a lo que sus políticos les mandan, como se comprueba en esta falsa pandemia, que ha sido sólo un ataque de las fuerzas del Mal contra los verdaderos hijos de Dios, para paralizarlos y llevarlos a todos hacia la apostasía. Y así han cerrado las Iglesias, y la sensatez y el sentido común han desaparecido de las mentes de las personas, para dar cabida a las fábulas de los falsos científicos y médicos, que llevan a todos hacia el miedo, la ignorancia, el error y la paranoia mental. Se vence un virus de esta naturaleza con dos cosas: vida saludable, es decir, nada de mascarillas, ni de geles, ni de distanciamiento social, ni confinarse en la casa, ni test ni vacunas; y con la protección divina, viviendo en gracia y haciendo continuos exorcismos, pues es un virus manipulado por el hombre, que no se puede quitar por los caminos humanos. Dios tiene que intervenir para que el hombre no se vuelva loco buscando una solución que no va a encontrar con su pobre ciencia humana. Quien está con Dios tiene que hacer su vida normal, puesto que su salud no depende de una autoridad pública, como es el que gobierna un país, ni de una autoridad científica o médica, sino sólo de Dios. Si los médicos no saben curar una gripe, mucho menos saben atajar este virus como hay que hacerlo, en Dios, en la inteligencia que Dios da a los verdaderos médicos y científicos para solucionar el problema.

Los hombres, en la Iglesia, han preferido cerrar las Iglesias y esconderse en sus casas por temor de un bicho. Es decir, han preferido la salud de sus cuerpos a la salud de sus almas. Y esto es un gravísimo pecado, que trae consecuencias en la vida de cada uno, puesto que muchos no han pasado la prueba de este ataque y, ahora, se encuentran esclavizados a las normas que, desde los gobiernos, se imponen para dar solución a lo que no saben. No hay que obedecer a los gobiernos, porque no tienen competencia en la salud de los ciudadanos, puesto que la vida es una cuestión espiritual, no es una cuestión carnal o humana. La obediencia a los gobernantes es en asuntos materiales y humanos, y siempre relativa, nunca absoluta ni ciega. Y en cuestiones sanitarias sólo pueden recomendar, nunca imponer como obligatorio. No se vive para un cuerpo ni para una enfermedad, sino para Dios, que da la vida y la salud al cuerpo con el Espíritu. No se vive para luchar contras los virus y bacterias que están en todas partes, pues «nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra las potestades de este mundo» (Ef 6, 4), que pretenden transformar la Naturaleza en una condición de vida artificial. Todo el aire está contaminado por muchas sustancias que la élite mundial se ha preocupado de regar por doquier. Están haciendo de la vida social, de los espacios públicos, un hospital. Quieren a todo el mundo débil y enfermo. Y esta paranoia es aceptada por muchos, porque estamos en lo que San Pablo anunció: «… vendrá un tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, antes a medida de sus concupiscencias tomarán para sí maestros sobre maestros, con la comezón de oídos que sentirán, y por un lado desviarán sus oídos de la verdad, y por otro se volverán a las fábulas» (2 Tim 4, 3-4). Los gobernantes del mundo son todos masónicos y están sometidos a la élite mundial, que quiere colocar su Nuevo Orden Mundial, y siguen los dictados de falsos científicos, que llevan al error y a la locura a todo el mundo, y acallan a los verdaderos. Y, por supuesto, están preparando la ruina económica de todos los países, para así llevar a todos a una guerra mundial.

Este ataque del virus es el inicio para que el cisma en la Iglesia llegue a su perfección. Recorre el mundo el que monta sobre el caballo blanco (cf. Ap 6, 2), la Apostasía en todo el mundo. En su etapa final, se va a unir el jinete del caballo rojo, que señala el inicio de la guerra. Este cisma ha sido fabricado durante muchísimos años en la oscuridad, desobedeciendo a los papas. Con la instalación del Innominado, el cisma se hizo público. Muy pocos lo vieron. Y, ahora, a pesar de constatar la apostasía y las herejías del Vicario del Anticristo, muchos prefieren seguirlo sólo porque quieren seguir comiendo y viviendo en este mundo, que es el primer escalón del infierno.

Benedicto XVI, siendo el Papa, está obligado a ejercer en la Iglesia el Poder Divino que tiene. Por lo tanto, debe excomulgar públicamente al Vicario del Anticristo. Si hace este acto, entonces sólo Él puede impedir la instalación del Anticristo. El Nuevo Orden Mundial no lo va a impedir Trump y los suyos, puesto que no es América la que comanda el mundo, sino Benedicto XVI, quien es el Katejon, es el que retiene las fuerzas del Mal en este mundo, es el que tiene el obstáculo para inmovilizar al Anticristo. Benedicto XVI tiene que reunir a los Cardenales que le son fieles para que, en su muerte, elijan válidamente a su sucesor. Si no hace esto o los Cardenales se niegan a esto, entonces -una vez muerto el Papa- la Sede quedará vacante, y la oscuridad espiritual estará en todas partes.

La élite mundial se encuentra en el Vaticano. Desde ahí, se está haciendo de todas las falsas religiones una Única Religión Mundial. Para implantar el Gobierno Mundial es necesario, primero, levantar la Falsa Iglesia, mostrar al mundo una sola Religión, que contenga a todas. No les basta la fuerza militar ni el control de los países y de los ciudadanos. Si no se manipula la mente de las personas, imponerles leyes no es suficiente, porque el hombre siempre se salta la ley. Si el Anticristo es el hombre sin ley, los que lo siguen son otro tanto: hombres que viven sin ley, pero imponiendo a todo el mundo sus leyes, normas, lenguajes, pensamientos, filosofías, falsas espiritualidades. Se está preparando, desde el Vaticano, un mundo totalitario, un total control, para controlar cada revolución, cada rebelión, cada inteligencia que levante la vida en el bien. No quieren que los hombres evolucionen en sus pensamientos, sino que se queden estancados en las formas de pensamiento que ellos impriman. La evolución del hombre está en su pensamiento, no está en los avances técnicos o científicos, ni en ese mal llamado progreso material. Si a los hombres se les impide razonar en la verdad, obedecer en la verdad, buscar la verdad, entonces los hombres sólo encuentran mentiras en su camino que les impide vivir de forma natural. La mentira, el engaño, el error es lo que esclaviza la libertad del hombre y lo lleva a su involución, tanto espiritual como humana. Sólo la verdad hace libres a los hombres, que están sometidos, en sus cuerpos, a las leyes humanas. Pero, a pesar de esa esclavitud, con esa libertad espiritual es suficiente para poder realizar, en esta vida, la Voluntad de Dios.

Se inicia un tiempo de falsa paz en el mundo, en donde se va a ver el enfrentamiento real entre dos Papas. Del resultado de ese enfrentamiento, vendrá para la humanidad su camino. Si el Papa Benedicto XVI es fiel al Espíritu, entonces todo cambiará de forma favorable para la Iglesia y el mundo. Pero si no es fiel o encuentra obstáculos en los suyos, lo peor está por venir. El Papado de Benedicto XVI, siendo el más atormentado de la historia es, sin embargo, el que señala y determina el cambio, tanto en el mundo como en la Iglesia, un cambio que llevará a los Cielos Nuevos y a la Nueva Tierra.

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